Pido perdón a los nativos digitales… pero lo pido “con la boca pequeña”, como se suele decir. Hablar de eventos en estos tiempos tan extraños es para nuestro sector algo doloroso y con tintes melancólicos.
La radiografía es de lo más peculiar: un evento es la perfecta unión de personas, espacios y tiempo. Una mezcla que bien agitada y servida en el recipiente adecuado, dan como resultado un riquísimo cóctel que debe quedar bien marcado en nuestra memoria.
Sin embargo, los ingredientes han cambiado drásticamente: una sociedad marcada por el distanciamiento social, la movilidad restringida y la amenaza real de un virus que se ha apoderado de nuestras ahora tan ansiadas rutinas.