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Eventos digitales: la ficción no superará nunca a la realidad. Un artículo de Enrique Fernández

Pido perdón a los nativos digitales… pero lo pido “con la boca pequeña”, como se suele decir. Hablar de eventos en estos tiempos tan extraños es para nuestro sector algo doloroso y con tintes melancólicos.

La radiografía es de lo más peculiar: un evento es la perfecta unión de personas, espacios y tiempo. Una mezcla que bien agitada y servida en el recipiente adecuado, dan como resultado un riquísimo cóctel que debe quedar bien marcado en nuestra memoria.

Sin embargo, los ingredientes han cambiado drásticamente: una sociedad marcada por el distanciamiento social, la movilidad restringida y la amenaza real de un virus que se ha apoderado de nuestras ahora tan ansiadas rutinas.

¿Qué tuvimos como resultado?

El resurgir de plataformas de videoconferencia, la salida al mercado de otras tantas nuevas y una gran oportunidad para las plataformas de eventos de incorporar la visualización de streaming e interactividad con los participantes. Algo que sin duda ha solucionado la comunicación entre equipos y ha permitido que ciertas citas se hayan podido adaptar a esta nueva realidad.

Y de repente, llegó la nueva rutina

Eventos frente a la pantalla, cuadrículas con nuestras caras recién levantados, perros ladrando y la pila de ropa por planchar asomando en una de las esquinas. El micrófono de un ponente no se escucha, el participante que lanza la pregunta es invisible porque no ha activado la cámara. ¡Y lo peor de todo! Muchos desde el inicio no muestran su imagen y en su lugar aparecen sus iniciales, despersonalizando la experiencia y, por qué no, haciendo un rico sofrito en la cocina para el arroz del mediodía.

Y nosotros, expertos en eventos, con gente en nuestras filas con más de 35 años organizando y produciendo experiencias en vivo, no salimos de nuestro asombro. ¿Dónde quedan los detalles a cuidar? Una moqueta bien colocada, una iluminación correctamente orientada, unas pantallas que se ven a las mil maravillas, micrófonos inalámbricos preparados y con las pilas recién puestas. ¿Dónde está todo eso? Una recepción con un fantástico equipo de azafatas acreditando a todos los participantes, un equipo de carpinteros y técnicos que han levantado de la noche a la mañana un espectacular escenario y decorado o un catering listo para sorprender a los invitados con un exquisito café y dulces para darles la bienvenida.

Música en vivo, sensaciones olfativas, photocalls y cenas distendidas. Formación en primera persona, charlas y conferencias que marcan mensajes a fuego en nuestras retinas.

¿De verdad no te emociona solo leerlo? Yo aquí, con mis lágrimas saltadas, estoy más que convencido.

Cuando podamos, cuando nos dejen: volveremos con más fuerza que nunca. Con más pasión que nunca. Más entregados que nunca. Porque lo digital, aunque sea más económico, más accesible o más “trendy”, es artificial, monótono y volátil.

Es ficción… y la ficción no superará nunca la realidad.

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