Un artículo de Patricia Loro
Eventos y turismo

Unas líneas sobre mí… Podría definirme como una Independiente, versátil, curiosa y emprendedora. Terminé Turismo, ( en aquellos años TEAT), y tras seis años en la empresa privada, donde aprendí muchísimo, empecé a volar en solitario para poder dirigir mis pasos hacia donde el viento me llevara. Mis primeros pasos fueron como guia oficial de Turismo en Cantabria, donde hoy resido, y así, de casualidad, en esos primeros años, se me presentó la posibilidad de mi primer incentivo a Holanda.., sin saberlo, había metido la patita en el MICE, y me quedé atrapada para siempre. La curiosidad, el no parar de aprender me ha llevado a seguir formándome como Experto Universitario en Turismo y Marketing, Máster en Dirección estratégica de Pymes, Level 1 Event Design y Accesibilidad en Eventos, MICE y Protocolo inclusivo entre otros…
Soy una persona reivindicativa, luchadora y fiel creyente y defensora de “ la unión hace la fuerza”, y por tanto del asociacionismo. En la actualidad, soy presidenta de la ApitCantabria (asociación de guías oficiales de Turismo de Cantabria) y vicepresidenta de OPCE (Asoc. Organizadores profesionales de Congresos y Eventos).
Sigo adorando la adrenalina de la operativa y disfrutando en la producción de eventos como freelance , creando experiencias y guiando en esta increíble tierra del norte bajo mi marca Norteando.
El 12 de febrero de 2020 se nos cayó el alma a los pies, y desde entonces, seguimos luchando para devolverla a su sitio. La cancelación del Mobile World Congress hacía saltar todas las alarmas, porque confirmaba el inicio de una época convulsa y complicada, a causa de un extraño virus en Wuhan, que por aquel entonces, a la mayoría nos sonaba a “chino”.
Un evento, que en su última edición, atrajo a 109.000 visitantes a Barcelona procedentes de 200 países diferentes, dejando un impacto económico de 473 millones de euros y generando además 13.900 puestos de trabajo. Para un mes de febrero, donde las cifras de ocupación no son demasiado elevadas, el MWC consiguió cada año superarse, aumentar significativamente el índice de ocupación, sin hablar de la prolongación de estancias, del impacto en la hostelería e infraestructuras culturales, que por supuesto se disparaban del mismo modo. En definitiva, un gran evento que sería imposible desvincular del sector turístico, aunque sean muchas las voces que se empeñan en levantar un muro entre ambos, porque defienden esa postura que convierte al turismo en objeto de odio y culpable de todo mal sobre la tierra, quizás anclados en slogans publicitarios, como el surgido en 1949 que decía “Spain is beautiful and different”, e irremediablemente sus mentes les trasladan a playas y chiringuitos abarrotados que consolidaron a nuestro país como destino indiscutible de sol y playa hasta finales de los setenta.

A medida que consolidábamos nuestra posición, surgía la necesidad de crear segmentos o especialidades dentro del sector turístico, en relación a la naturaleza de la actividad y perfil de clientes. Llegaron visitantes, entonces atípicos, que se desplazaban por razones de trabajo a reuniones, congresos y convenciones, que disfrutaban del destino y sus atractivos, convirtiéndose así en los pioneros del turismo de reuniones o congresos, naciendo las primeras asociaciones sectoriales como ICCA en 1963 o OPC España en 1987, que décadas más tarde acabarían acuñando el acrónimo “MICE” para poder englobar a este gran sector, que no necesita ya pertenecer a nadie, porque tiene identidad propia y fortaleza suficiente para marchar solito.

Eventos y turismo, tienen la fórmula para convivir como una pareja perfecta: juntos pero no atados, con propósitos compartidos pero conservando el espacio personal de cada uno, independientes, abriendo sus propios caminos, aportando cada uno su experiencia, siendo libres, uniéndose por elección, que no por necesidad.
¿Alguien puede tener aún alguna duda de por qué España fue el segundo país
más visitado del mundo? En nuestro medio millón de kilómetros albergamos una riqueza paisajística extraordinaria: quince parques nacionales, más de 3.000 playas, cerca de 50 patrimonios de la humanidad, 273 estrellas Michelin…., y éstas son solo las grandes cifras , porque nuestro patrimonio natural, cultural y gastronómico es infinito. Si además, este gran destino que somos, lo condimentamos con la alta calidad de infraestructuras, una importante red de comunicaciones, un alto nivel de seguridad, y por encima de todo, una excelente red humana, de calidad, llena de talento y conocimiento, cómo no entender que fuéramos el quinto país en el ranking ICCA de 2019 y cómo ser ciegos ante la huella que dejan los eventos a su paso en nuestras calles, en nuestras ciudades, en nuestra economía, y por supuesto, la huella que dejamos en ellos, en quienes acuden a nuestros eventos, que son nuestro altavoz después en el mundo.
No queda tanto para que vuelva a ser 12 de febrero otra vez, y aquí estamos, con el alma en su sitio tras dejarla caer y levantarla de nuevo. El túnel largo y oscuro que vamos atravesando está llegando a su fin, hemos sido camaleones y nos hemos adaptado a cada situación, intentando esquivar cada derechazo que se nos venía encima, pero caer y levantarnos está en nuestro ADN, y vamos a conseguir que pronto, esta pareja perfecta vuelva a recorrer toda nuestra geografía de la mano: ¡Larga vida Turismo y Eventos!