Este año está siendo diferente, muy diferente para todos. Como bien sabemos, la industria de los eventos está siendo de las más afectadas por la pandemia de la Covid-19, teniendo que reinventarnos constantemente ante los cambios y la incertidumbre que vivimos en nuestro día a día. El pasado 20 de septiembre, tuvo lugar la 72º Edición de los Premios Emmy. Unos premios que galardonan a los mejores programas y series de la televisión estadounidense. Es un evento que se espera cada año con gran expectación en todo el mundo. Ver a los artistas del panorama televisivo desfilando por la alfombra roja, los discursos cuando recogen su preciada estatuilla o las perfomance que nos regalan cada año encima del escenario hace que siempre sea una apuesta segura para la audiencia, aunque cada año los índices bajan cada vez más. Pero este año algo ha cambiado.
La gala comenzaba con presentador y cómico Jimmy Kimmel ante, ¿un auditorio lleno? La magia de la televisión es lo que tiene. En su discurso de apertura podíamos ver las gradas totalmente llenas de público, riendo con cada ocurrencia del presentador. Tras unos minutos, nos mostró la verdadera realidad. Un palco totalmente vacío porque este año toca quedarse en casa, cuidarnos, cuidar a los demás y la gala dio buena muestra de ello. Los nominados se encontraban en sus casa, rodeados de su familia o, como en el caso de los ganadores absolutos de la noche los protagonistas de Schitt’s Creek, en un salón con mascarillas y distancia social entre el reparto cuyo seating nos recordó un poco a la distribución que se utiliza en los Globos de Oro.
Si algo bueno tiene crear un evento único es que deja momentos para la historia. Los pocos entregadores que acudieron a la ceremonia en directo, lo hicieron con distancia social con el presentador y, en algún caso, echándole un poco de comedia a la desinfección de las estatuillas. Estas fueron entregadas por personal de la gala vestido con un EPI de lo más elegante en las casas de los ganadores.
Os dejamos con la ficha técnica del evento: